lunes, 24 de junio de 2013

Boda de sangre, Federico García Lorca

Bodas de sangre es una tragedia escrita por el dramaturgo español Federico García Lorca en 1933. A menudo se la ha identificado con "Yerma" y con " La casa de Bernarda Alba" de modo que conforman una trilogía sobre la España de la época y que lamentablemente se quedó sin ser terminada debido a su muerte.

Resumen de Bodas de sangre

Acto 1

Cuadro 1:La madre y el novio sostienen una conversación acerca del matrimonio de este. Luego el novio se va a la viña y aparece una vecina, quién le informa a la madre que la novia estuvo en amores con Leonardo el delos Félix. Surge entonces el recuerdo del marido y del otro hijo muerto a manos de los Félix, en un antagonismo familiar que perduró de generación en generación.

Cuadro 2:Entra Leonardo, después de haber ido a la casa del herrador y su mujer le informa que su prima se casa. Leonardo se impresiona, y la suegra dice que él tuvo un noviazgo con ella. La mujer se enoja, repentinamente entra una muchacha e informa que el novio ha comprado diversas cosas. Leonardo dice que se calle a la muchacha y también a su mujer que se encontraba defendiéndola. Leonardo enojado se va airadamente.

Cuadro 3:La madre junto con el novio se dirigen a pedir la mano de la novia hasta los límites del secano, donde ella vive junto con su padre. Fijan la boda para el jueves y después de una larga conversación se van. Luego la criada entra y le informa a la novia que Leonardo estuvo anoche parado en la ventana de ella.

Acto 2

Cuadro 1: La novia y la criada preparan los preparativos para las bodas en la casa de la novia que se muestra descontenta y angustiada. Luego llega Leonardo quién le recrimina el paso que va a dar recordándole que la pasión que los uniera no ha concluido aún a pesar de haberse él casado. Los invitados comienzan a cantar estrofas alusivas a las bodas.

Cuadro 2: Se inicia la fiesta, el padre y la madre conversan acerca de los nietos. Todo parece desarrollarse normalmente, la novia y el novio platican tranquilamente sin reflejar problema alguno y el se encuentra dichoso de felicidad. Hasta que la mujer de Leonardo anuncia con desesperación que la novia y su marido han huido. La madre ordena a su hijo y a los que se hallen de su lado, salir en busca de los amantes para matarlos.

Acto 3

Cuadro 1: Los leñadores comentan los sucesos en el bosque. Aparece la muerte que pide a la luna que ilumine los senderos para que el novio encuentre a los amantes y la sangre corra. Así sucede ambos hombres resultan muertos en el duelo.

Cuadro 2: La novia vuelve desecha a buscar el perdón de su madre, le ofrece que la mate y así quitarle su honradez pero la madre lo rechaza como así también su perdón. Ella decide quedarse completamente sola para llorar a sus muertos.

El protagonista de la obra “Bodas de Sangre” es la madre en quien se manifiesta un dolor y odio provenientes de la pérdida de su marido y sus hijos y tiene su única esperanza de felicidad en el hijo que le queda. Y los antagonistas son dos por una lado esta el destino el cual es irreversible, los familiares de la madre están destinados a perecer (hijos, marido). Y por otro lado esta Leonardo quién desea a la novia del hijo de la madre y luchara con el novio para quedarse con ella siendo la muerte del novio y Leonardo el resultado final de esa pugna.

La Madre: Es fuerte, honrada, decidida y dominante. Su dolor y su odio provienen de la muerte temprana y violenta de su marido y de sus hijos; nunca se lamenta de su propia vejez y vive con naturalidad y alegría la posibilidad de su muerte próxima , ya que considera haber cumplido su ciclo : ha vivido, procreado y llegado a vieja en la plenitud de sus fuerzas. La relación de este personaje con la idea de Madre - Tierra, es evidente: y el ambiente campesino en que se desarrolla la tragedia contribuye a afianzar esta relación.

La Novia: tiene alrededor de 22 años y es muy hermosa. Reúne todas las cualidades femeninas de acuerdo con las pautas del medio: es modosa, trabajadora, amasa su pan y cose sus faldas: acostumbrada a la soledad, vive con su padre a diez leguas de la casa más cercana.

El Novio: buen labrador, trabaja las tierras de su madre y quiere entrañablemente a su prometida. Simple, confiado e ingenuo se ve fatalmente envuelto en el desenlace trágico.

Antagonista: Leonardo: excelente jinete, también joven y fuerte; de pasiones impetuosas, actúa con arrebato.

El Padre: ya anciano, se muestra comprensivo y amante con su única hija tratando de suplir la ausencia de su esposa muerta hace años.

La mujer de Leonardo: es prima de la novia, tiene un hijo pequeño y sufre con dignidad los arranques de su marido.

La Muerte: se la presenta como una mendiga que busca la complicidad de la luna para lograr sus objetivos.

La Luna: aparece encarnada en un leñador de cara empolvada. Esta idea de Lorca de representar físicamente a la luna como un leñador puede vincularse con el tema principal de la tragedia: el leñador, por su oficio, es aquél que siega el ciclo vital, que destruye la obra de la naturaleza. La oscuridad a los amantes y a la luna, al iluminar el terreno a pedido de la muerte, permite que los dos hombres se encuentren y se maten. El leñador, como figura macabra, corta de golpe la simiente, la vida joven.

Simbolismo de Bodas de sangre


Los personajes de La Luna y de la muerte son ejemplos de la personificación de los símbolos (en virtud de la cual, una fuerza o un concepto abstracto se plasma como un personaje dramático). Otros símbolos son la flor de naranja, que representan la inocencia y la santidad de la boda de los votos, y el color blanco, que representa la pureza. El azahar es una flor blanca que simboliza la virginidad de La Novia. En el juego simbólico destaca de forma evidente la caracterización, la iluminación, el sonido, la organización, la estructura y los accesorios. Lorca también repite con frecuencia palabras e imágenes, como la plata, las ramas, la paloma, además de referencias a menudo a caballos, redondeces y ruedas, y los árboles de laurel. La canción de cuna de la segunda escena son una premonición de los acontecimientos por venir.

Tema principal de la novela

Los temas principales de la obra son la muerte, el individualismo frente a la sociedad, así como el papel de la mujer en la sociedad. El significado de la muerte en la obra está directamente vinculado a la madre de dos maneras diferentes, en primer lugar que la muerte no es sólo el inevitable fin de la vida sino también la muerte que experimentan en sus relaciones con otros los seres humanos. En segundo lugar, la muerte también se muestra como la muerte en vida, una vida en la que no hay nada más que vivir, debido a las graves limitaciones en su vida, así como las pérdidas que han experimentado a lo largo de su vida. Esto también trae a la pregunta "¿Es mejor estar muerto que vivo? Por último, el tema de la mujer y su papel en la sociedad se muestra por las mujeres que se limitan a la casa y la idea de los "gruesos muros de una casa creada por una mujer. Además de esto también es representado por el camino de la novia está obligada a ser propiedad de su padre y, a continuación, se pasa como una posesión del Esposo

lunes, 17 de junio de 2013

La vida es sueño de Calderón de la Barca



Se han visto dos acciones en La vida es sueño ligadas a los temas centrales de la comedia. Una, la prueba de Segismundo; la otra, la restauración del honor de Rosaura.

Se puede hablar de acción principal y acción secundaria. La acción principal es la que se 
refiere a la prueba de Segismundo, de la que procede los temas siguientes:

A)   La vida es sueño (que da título a la obra).
B)   La fuerza del libre albedrío frente al hado.
C)   La educación del príncipe.
D)   El vencimiento de sí mismo.

Cada uno de estos temas se ciñe a un conflicto personal: El A fundamentalmente se refiere a Segismundo, y el B principalmente a Basilio, el C a la relación entre Basilio y Segismundo, y el D al conflicto entre Segismundo y su propia conciencia. La jerarquía vendría dada por la mayor incidencia dramática a lo largo del texto.

La idea de «sueño» debe entenderse correctamente desde la perspectiva de Segismundo. Sueño no se toma en el sentido literal de sueño natural, aunque de él se parta para descubrir la ilusión, la irrealidad de las experiencias que bajo él se cobijan; pero entonces «sueño» se contamina de su valor figurado y se hace equivalente a «ilusión», «irrealidad», «vanidad». La deducción es casi silogística. Si la vida es sueño y este es la ilusión, la vida será ilusión también.

Al objetivar la idea de sueño, Segismundo ha hecho colectivo y general el vivir como sueño para todos los demás hombres. De ahí se desprende que ya para él, hay dos sueños: el sueño general de la vida humana, y el sueño particular de su propia existencia, habido en su experiencia personal; o, lo que es lo mismo, el sueño particular se puede integrar en el sueño general de la vida por medio de un proceso inductivo. El temor a la muerte en el ser humano es equivalente al temor de Segismundo a despertar del sueño.

La acción secundaria de La vida es sueño es la que hemos denominado La restauración del honor de Rosaura.

Calderón ha querido que sea Segismundo el restaurador del honor de Rosaura, y de alguna manera ella misma ha tenido su parte en la transformación de Segismundo. Ha habido, pues, una reciprocidad en la solución de los conflictos de ambos, y de ahí nace la estrecha fusión entre las dos acciones.

El camino de Rosaura ha sido un camino en la conquista de su honor. Rosaura no ha estado sola, al cabo. Aunque su padre no haya querido (o podido) hacerse responsable de su honor, un hombre encadenado y prisionero supo tomarlo como símbolo de su propia redención, ofreciendo así un ejemplo de acción solidaria.


Bibliografía

De la Barca, Calderón, La vida es sueño, Madrid, Alhambra, 1980

El perro del hortelano de Lope de Vega


La obra, cuyo desenlace se desarrolla a modo de una farsa en la que un viejo, Ludovico, llora la pérdida de su único hijo, robado en tierna edad; durante veinte años no se ha sabido de él, ya ha muerto su madre, y por motivos de sucesión tratan de que Ludovico se case de nuevo. Mediante mil mentiras, el gracioso le convence de que Teodoro, el secretario de la condensa Diana, es el hijo desaparecido.

En el otoño de 1612 al propio Lope se le murió, muy niño, su hijo predilecto, Carlitos. Un poco más tarde moría también la madre, Juana de Guardo, el 13 de agosto. Es cierto que Lope escribió El perro poco después de muerto su hijo y muy probablemente después que falleciera su mujer. Es punto menos que concebible que Lope pudiera escribir sobre la pérdida de un hijo y su propia mujer, tan cercana la muerte de los dos.

No es frecuente en el teatro del Siglo de Oro la variante que aquí esboza sobre el tema del honor Lope de Vega: si Diana arranca de una sumisión absoluta al código de su condición de noble, si llega en un momento a pesar en la muerte del galán, para así dejar de amar a un desigual, y si en algún instante lamenta las obligaciones que el honor le impone, siempre se muestra dispuesta a someterse a ellas; pero salva su apariencia, a sabiendas de que el decoro queda roto y de que se casa con un «desigual», no solo no duda en aceptar la trapacería urdida por uno de los criados de su secretario, sino que maquina la forma de asesinar al único testigo de su «deshonor».

El tema de los celos como motor de ese amor deshonroso comparte con el anterior el protagonismo. Pero aquí Lope juega con él, con situaciones que, como una trampa, van adentrando cada vez más a Diana en el amor por su secretario.
Así establecidos los puntos de partida, Lope no tenía más posibilidad para desenlazar la comedia que irrumpir en el camino de la farsa, y arruinar la estructura patriarcal de la que Diana es, en El perro del hortelano, representante. Y, en una comedia con remate farsesco, Lope puede subvertir el valor esencial sobre el que se asentaba la sociedad estamental: el honor.

Bibliografía

VEGA, de Lope, El perro del hortelano, Madrid, Clásicos Castalia, 1970, Edición de A. David Kossoff

VEGA,  de Lope, El perro del hortelano, Madrid, Cátedra, 1998, Edición de Mauro Armiño

lunes, 10 de junio de 2013

El perro del hortelano de Lope de Vega



El perro del hortelano

En El perro del hortelano observamos el don que tuvo Lope para crear diálogos movidos, en los que se descubre la dirección de una voluntad que procura lograr algo, y la de otra que reacciona confirmándola o resistiéndose. El principio de cada parlamento queda bien ligado con el final del anterior, produciendo así la ilusión de una perfecta naturalidad en la conversación. También se puede encontrar en esta comedia la recreación de un ambiente español.
El análisis psicológico es muy fino, porque la acción es de interior; esto lo vemos en los sonetos. Se ve que la caracterización no es un fin en sí mismo para Lope y que varía según las necesidades de cada obra, a veces personajes importantes resultan problemáticos
El perro del hortelano comienza con una competencia entre dos mujeres encantadoras por el amor de un guapo joven y con muchos chistes del gracioso; por eso, aunque se hable mucho del honor, lo que se dice, en realidad, no pasa de ser una expresión del respeto por las diferencias entre las clases sociales, fenómeno en nada privativo de España y de su “código” del honor. Cuando al final de la comedia se habla de la muerte y de un asesinato, el público sabe seguir el tono general anterior y no se asusta. 

La fuente más cercana de Lope es una de las novelas del italiano Bandello, manantial del que salen buen número de argumentos para las obras de teatro y algunas narraciones cortas españolas de la época.
Narra ahí el italiano la historia de Hungría, por nombre Ana, que corresponde a las atenciones de un hombre de baja condición social con sentimiento de afecto, y procura su mejora y engrandecimiento cuando el enamorado es enviado por su señor a la corte española de Carlos V, con cartas de recomendación.
La falta del juego de los celos y de referencias a cualquier lazo matrimonial entre la reina y su galán, así como la desemejanza de las circunstancias aledañas, hicieron negar a Kohler cualquier posibilidad de “reivindicar esa novela como fuente de El perro del hortelano
Sin embargo, Kossoff vuelve sobre la novelita bandelliana para percibir semejanzas no captadas por Kohler: desde la baja extracción de los protagonistas de ambas obras, además de la referencia biográfica al propio estado de secretario que Lope desempeñó sobre todo con el de Sessa, hasta la seguridad de la lectura de Bandello por parte de Lope; primero, porque El perro antecede, en la edición italiana, a la que sustenta la trama de El castigo sin vergüenza; y en segundo lugar, “ el tono de los versos amorosos de Amanio que emplea Bandello es semejante al de los sonetos y diálogos del amor de El perro”
Con ser interesante la propuesta de Kossoff, el papel de fuente que le otorga no deja de ser una aproximación lejana que nos dice muy poco de la génesis de El perro del hortelano.
Si parece cierto que Lope fue lector de Bandello, también lo es que la ley del refrán que titula la pieza se cumple en otros personajes y otras obras del autor de Fuente ovejuna. No obstante, debe tenerse en cuenta lo explicado por Kossoff en su edición.

Bibliografía
-          VEGA, de Lope, El perro del hortelano, Madrid, Clásicos Castalia, 1970, Edición de A. David Kossoff
-          VEGA,  de Lope, El perro del hortelano, Madrid, Cátedra, 1998, Edición de Mauro Armiño

martes, 4 de junio de 2013

Don Álvaro o la fuerza del sino


Su significación

Una concatenación fatal de sucesos persigue a don Álvaro. “Los rigores de una estrella adversa”, el hado implacable, “el furor de los astros”, se encarnizan en él. La fuerza inquebrantable de un sino contrario, preconizada por el mismo título del drama, parece su más profunda significación. Para ello se acumulan las casualidades, contra las que nada puede la voluntad del protagonista. Los amigos del Duque de Rivas pensaron en el Ananke de la tragedia griega y llamaron a Don Álvaro el Edipo del cristianismo, cuando en realidad es muy diferente el espíritu de los dos personajes.

También se habló del fatalismo musulmán, de cierto arraigo entre los andaluces. “Todo está escrito”, “nadie puede escapar a su suerte” son frases corrientes entre el pueblo. La fatalidad sería el verdadero tema de la obra, fuera de la libertad cristiana, premisa de la responsabilidad por nuestros actos.

Pero no opinaba así Cañete: “el Duque de Rivas no abandona su héroe a los horrores de una predestinación criminal inevitable como la de Edipo, sino que le condena a experimentar las consecuencias del fatalismo del error voluntario, que por una sucesión infalible nos precipita de abismo en abismo cuando la razón no nos detiene al borde de ninguno de ellos”. No es la fatalidad, no es el sino quien impulsa a don Álvaro por un sendero ineludible; entre el sentimiento del deber y el desvarío de la pasión hay gran diferencia y pudo escoger el mejor camino.

Estilo

En Don Álvaro pueden estudiarse potenciadas todas las características del teatro romántico.

Nada más lejos de la unidad de lugar que un drama que se desarrolla, sucesivamente, en Sevilla y sus alrededores, en el pueblo de Hornachuelos (Córdoba), en Italia y otra vez en España. Contra la unidad de tiempo nos encontramos con que la obra se extiende a lo largo de más de cinco años. Y la unidad de acción se quiebra reiteradamente con pintorescas escenas costumbristas, llenas de colorido local, tan del gusto romántico. Falta lo que pudiéramos llamar unidad de composición, puesto que en la obra alternan la prosa y el verso, sistema seguido en el teatro romántico posterior.

Sus escenas costumbristas

Cuatro, de las cinco jornadas que comprenden el drama, empiezan con escenas costumbristas. La 1.ª con el aguaducho sevillano junto al puente de Triana, donde conocemos a la simpática Preciosilla, gitana de clara ascendencia cervantina (La Gitanilla); canta rondeñas y corraleras, dice la buenaventura y se expresa en un lenguaje sabrosamente popular: “súpito”, “cargarse de estera”, “aflojar la mosca”… En la 2.ª jornada nos trasladamos a la mansión de Monipodio, otro nombre sugerido por Cervantes; allí sobresale un estudiante curioso, parlanchín y pedante, que salpica su conversación de latines y cultismos rebuscados para deslumbrar a la pobre mesonera, que confunde la “ambrosía” con “la tía Ambrosia”; el sopista canta unas seguidillas impregnadas de la rivalidad amorosa entre estudiantes y soldados, urde bromas de colegio mayor y sonsaca a los viandantes. En el comienzo de la 3.ª jornada vemos a unos oficiales entretener las horas de campamento con juegos de naipe, entre engaños y picardías. Y la 5.ª empieza con un desfile de mendigos y lisiados para recoger la sopa boba conventual de manos de un fraile gruñón: friso de miserias, tocado por la gracia del arte.


Bibliografía
RIVAS, Duque de, Don Álvaro o la fuerza del sino, Madrid, Ed. Anaya, 1970

Don Álvaro o la fuerza de sino, Duques de Rivas



El teatro del Duque de Rivas

Don Ángel de Saavedra, Duque de Rivas (1791- 1865), pertenece a la primera generación romántica española. Se educa en el neoclasicismo y se convierte con entusiasmo al romanticismo durante su exilio de 1823.
Su teatro clásico se compone de tragedias en cinco actos y comedias costumbristas en tres. En ellas se respetan rigurosamente las unidades y se presta más atención a los sentimientos conflictivos de los personajes que a la acción.
Su teatro romántico consta de dramas con tres, cuatro o cinco actos, que no acatan las unidades ni la rigidez de los géneros, que mezclan lo serio y lo jocoso, que cuidan más la intriga que el estudio de los caracteres, que buscan lo efectista y que reflejan influencia del teatro del Siglo de Oro. A este grupo pertenece Don Álvaro o la fuerza del sino.

Don Álvaro o la fuerza del sino
Esta obra encarna el romanticismo, movimiento contra el que en realidad van las iras de algunos críticos; que es imitación del teatro antiguo español y del moderno francés; que contiene escenas admirables, versos muy hermosos y notable inspiración.
Don Álvaro constituyó un estreno controvertido, que levantó las pasiones de los bandos opuestos: de esta forma estaba llamando a ser un hito en la historia teatral del país, produciendo un impacto decisivo en el gusto.
El tema fundamental en Don Álvaro es el ensañamiento de la mala suerte en un hombre: un tema trágico, igual que los de la tragedia griega, que deja la impresión de la impotencia del ser humano ante la vida. Es una obra desesperada, ni cristiana ni racional, a nivel de lo oscuro e instintivo, desarrollada con enorme poder, con una poesía fuerte y colorista. El destino comunica al drama su tono terrible: es el fatalismo oriental, no el hado griego. Amor, orgullo y venganza son los móviles de acción. Contiene gran variedad y riqueza de elementos. Lo que obliga al protagonista a cometer malas acciones es un destino externo, no su voluntad, que permanece siempre inclinada al bien.
Es una tragedia no solo por la muerte que arrebata al protagonista y a los personajes principales, sino por otros varios elementos y porque de ella se desprende una imagen trágica de la vida. Es una tragedia romántica, contiene además elementos no trágicos, propios de la comedia: son todas aquellas escenas en las que penetra lo costumbrista, con las gentes del pueblo, y donde a veces brota el lenguaje castizo y el chiste. Pero Rivas ha tenido buen cuidado de situar tales escenas paralelas a las trágicas, sin mezclarlas con ellas, salvo en momentos de transición. Generalmente aparecen al comienzo de cada acto, dando luego paso a la acción seria. Hay, por tanto, dos mundos, pero no se confunden: uno es el de los seres comunes; el otro, el de los excelentes.

Bibliografía
-         RIVAS,  Duque de, Don Álvaro o la fuerza del sino, Madrid, Espasa- Calpe, 1975, Edición, introducción y notas de Ricardo Navas Ruiz