martes, 4 de junio de 2013

Don Álvaro o la fuerza de sino, Duques de Rivas



El teatro del Duque de Rivas

Don Ángel de Saavedra, Duque de Rivas (1791- 1865), pertenece a la primera generación romántica española. Se educa en el neoclasicismo y se convierte con entusiasmo al romanticismo durante su exilio de 1823.
Su teatro clásico se compone de tragedias en cinco actos y comedias costumbristas en tres. En ellas se respetan rigurosamente las unidades y se presta más atención a los sentimientos conflictivos de los personajes que a la acción.
Su teatro romántico consta de dramas con tres, cuatro o cinco actos, que no acatan las unidades ni la rigidez de los géneros, que mezclan lo serio y lo jocoso, que cuidan más la intriga que el estudio de los caracteres, que buscan lo efectista y que reflejan influencia del teatro del Siglo de Oro. A este grupo pertenece Don Álvaro o la fuerza del sino.

Don Álvaro o la fuerza del sino
Esta obra encarna el romanticismo, movimiento contra el que en realidad van las iras de algunos críticos; que es imitación del teatro antiguo español y del moderno francés; que contiene escenas admirables, versos muy hermosos y notable inspiración.
Don Álvaro constituyó un estreno controvertido, que levantó las pasiones de los bandos opuestos: de esta forma estaba llamando a ser un hito en la historia teatral del país, produciendo un impacto decisivo en el gusto.
El tema fundamental en Don Álvaro es el ensañamiento de la mala suerte en un hombre: un tema trágico, igual que los de la tragedia griega, que deja la impresión de la impotencia del ser humano ante la vida. Es una obra desesperada, ni cristiana ni racional, a nivel de lo oscuro e instintivo, desarrollada con enorme poder, con una poesía fuerte y colorista. El destino comunica al drama su tono terrible: es el fatalismo oriental, no el hado griego. Amor, orgullo y venganza son los móviles de acción. Contiene gran variedad y riqueza de elementos. Lo que obliga al protagonista a cometer malas acciones es un destino externo, no su voluntad, que permanece siempre inclinada al bien.
Es una tragedia no solo por la muerte que arrebata al protagonista y a los personajes principales, sino por otros varios elementos y porque de ella se desprende una imagen trágica de la vida. Es una tragedia romántica, contiene además elementos no trágicos, propios de la comedia: son todas aquellas escenas en las que penetra lo costumbrista, con las gentes del pueblo, y donde a veces brota el lenguaje castizo y el chiste. Pero Rivas ha tenido buen cuidado de situar tales escenas paralelas a las trágicas, sin mezclarlas con ellas, salvo en momentos de transición. Generalmente aparecen al comienzo de cada acto, dando luego paso a la acción seria. Hay, por tanto, dos mundos, pero no se confunden: uno es el de los seres comunes; el otro, el de los excelentes.

Bibliografía
-         RIVAS,  Duque de, Don Álvaro o la fuerza del sino, Madrid, Espasa- Calpe, 1975, Edición, introducción y notas de Ricardo Navas Ruiz

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