Personajes y simbolismo de la obra
Bodas de sangre es una tragedia en 3 actos y 7
cuadros. Solo hay un personaje que tiene nombre propio, Leonardo. Es un
conflicto muy sencillo del amor imposible, aunque aquí más que amor diríamos
sexo. Esa atracción irresistible entre un hombre y una mujer en un triángulo
amoroso desemboca en la tragedia. El destino se impone desde el título de la
obra. Es una quinta esencia de tragedia en torno a un conflicto pasional que
rompe las tradiciones convencionales.
La obra se estrena en España en 1933 y tiene un éxito
mediano. Sin embargo en Argentina tienen un gran éxito, tanto que se vuelve a
representar en Barcelona donde tiene ya más éxito.
En la obra cada personaje lleva en sí su papel. El Novio es
un buen muchacho, trabajador que se enamora de la persona equivocada y no sabe
ver más allá porque la novia siempre se muestra esquiva. La Novia siente una
atracción fatal por Leonardo con el que tuvo una relación pero nunca se
llegaron a casar porque no eran del mismo estatus económico y porque sus
familias estaban enfrentadas (inspirado en Romeo y Julieta). El Padre, que es
el padre de la Novia, es el prototipo de hombre que lo único que quiere es
aumentar sus riquezas. Es un prototipo de hombre muy masculino. La Madre del
Novio es una mujer que ha perdido a su marido y a su otro hijo. Es una mujer
resentida por esta pérdida ya que el hijo fue asesinado por la familia de los
Félix, familia de Leonardo. Es una mujer ligada a la perpetuación de la sangre.
Su hijo, el único que le quedaba, también muere. La Madre, además, abre y
cierra la pieza hablando del cuchillo. Este cuchillo tiene una función de
premonición, es un objeto nefasto. Leonardo presenta la masculinidad y se
asocia a un león y a al caballo (símbolo del deseo sexual masculino). Es un
personaje transgresor y un hombre que impulsado por el deseo rompe todos los
tabúes. En el caso de la Mujer también rompe todos los tabúes. La mujer de
Leonardo hace el papel de mujer sumisa ya que se ha casado con ella sin estar
enamorado y están condenados a un matrimonio sin amor. La Suegra tiene una
mentalidad muy propia de la España de antigua. Ella quiere cuidar las
apariencias. Son personajes que tienen interiorizado un papel opresivo.
La Muerte se presenta como una mendiga que busca la
complicidad de la luna para lograr sus objetivos. La Luna aparece encarnada en
un leñador de cara empolvada. Esta idea de Lorca de representar físicamente a la
luna como un leñador puede vincularse con el tema principal de la tragedia: el
leñador, por su oficio, es aquél que siega el ciclo vital, que destruye la obra
de la naturaleza. La oscuridad a los amantes y a la luna, al iluminar el
terreno a pedido de la muerte, permite que los dos hombres se encuentren y se
maten. El leñador, como figura macabra, corta de golpe la simiente, la vida
joven.
Bodas de Sangre está lleno de simbolismo. Los
personajes de La Luna y de la muerte son ejemplos de la personificación de los
símbolos (en virtud de la cual, una fuerza o un concepto abstracto se plasma
como un personaje dramático). Otros símbolos son la flor de naranja, que
representan la inocencia y la santidad de la boda de los votos, y el color
blanco, que representa la pureza. El azahar (flor de naranjo) es una flor
blanca que simboliza la virginidad de La Novia. En el juego simbólico destaca
de forma evidente la caracterización, la iluminación, el sonido, la
organización, la estructura y los accesorios. Lorca también repite con
frecuencia palabras e imágenes, como la plata, las ramas, la paloma, además de
referencias a menudo a caballos, redondeces y ruedas, y los árboles de laurel.
La canción de cuna de la segunda escena es una premonición de los
acontecimientos por venir.
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